miércoles, 3 de septiembre de 2014

La imagen de Nuestra Señora de las Virtudes, por Ángel Mozo Polo.

En la villa de Conil, un pueblecito precioso lleno de grandes sorpresas y de rincones amables, se venera en la iglesia parroquial de Santa Catalina, la principal del pueblo, la talla venerable y venerada de Santa María de las Virtudes, datable en el siglo XIII. Para el conocimiento de los lectores, siguiendo el estudio que de la talla hizo el escultor e imaginero Alfonso Berraquero, allá por el mes de mayo de 1994 cuando "es traída a mi taller de San Fernando la venerada imagen de María Santísima de la Virtudes, para ser objeto de la restauración acordada por la Junta de Gobierno de su Hermandad. El hecho de su veneración diaria aconsejó que estuviese ausente del culto en su iglesia el menos tiempo posible.

Desprovista de la corona y vestiduras con que habitualmente se venera, se
presenta la imagen de una estructura metálica que la recubre por completo, dejando sólo a la vista los rostros de la Virgen y del Niño Jesús, presentando un aspecto semejante a una armadura medieval. La estructura, de chapas de plata, deja ver una alargada silueta formada por unos volúmenes corpóreos en la parte superior, apoyados en una base de forma cónica en la inferior.
 
Al proceder a descubrir el interior levantando las chapas de plata, se comprobó cómo la pequeña talla estaba inserta en un cono de madera de cedro que le confería mayor dimensión en altura. Las piezas metálicas de plata, estaban claveteadas a la imagen en las zonas de la cabeza, cuello y espalda con clavos de plata y otros hierros que desde la cintura a la base las piezas eran mayores y de forma trapezoidal, decoradas con ligeras muescas lineales a modo de estrías y, ya en la base, con dos bandas con decoración de roleos vegetales cincelados.

El cono de madera de cedro antes mencionado, presentaba una hendidura en su parte superior donde se insertaba la imagen hasta cerca de las rodillas, unos siete centímetros desde su base, con el fin de dar esbeltez a la imagen. La sujeción se conseguía por una espiga cilíndrica de madera impregnada de pez rubia y sustancia roja, semejante al lacre, vertida en caliente.

Desprovista de las chapas apareció, como en un principio estimó el firmante al contemplarla en septiembre de 1991, una talla estante de pie y no sedente, como pudiera pensarse a tenor de otras patronas medievales de la región.

El estado de conservación propiamente dicho podía calificarse de bueno, pues prácticamente apareció intacta la imagen al no estar mutilada de brazos y manos como suele ser frecuente. Hay no obstante que señalar el impacto de clavos, desgarros y ataques de xilófagos. También existía una ligera mutilación de pliegues del manto en el lado inferior izquierdo y otra mutilación longitudinal en el borde del manto en el lado inferior derecho, provocada para poder introducirla en el cono antes referido.

El recubrimiento de plata del siglo XVIII, dañó la talla no sólo en los impactos de los clavos, en un principio de plata, sino qe al ser sustiduidos posteriormente por otros de hierro más largos, quedaron algunos de éstos en el interior degradándose con el tiempo, oxidando el interior de la madera y desgarrándola.

El policromado de la escultura puede considerarse el primitivo, pues en época de alteraciones fue cubierta preservándose el colorido, aunque falto de intensidad y brillantez precisamente por la imposibilidad de policromar el interior.

No obstante, se observaron partes que nunca fueron policromadas, tales como la bocamanga de la mano bendiciente del Niño, dorso de la mano derecha de la Madre, dedo meñique de las otras manos y bajos del vestido del Hijo. En estas extremidades la policromía es ocre y ligeramente azulada.

Los rostros aparecen con policromía renovada en el siglo XVIII, perdiendo su carácter gótico al aplicarle la pintura a la grasa. Por algún accidente, perdió una micra la nariz de la Virgen, y este despostillado fue sustituido por estuco, dándole un aspecto grosero que la desfiguraba. También  aparecen erosiones en la zona de la mandíbula desprovista de pintura y estuco debido a los roces del rostrillo que ha enmarcado hasta ahora la faz de la Virgen. Otros descarnados, resanados toscamente, presenta en la mejilla y en la frente.

En la cara del Niño, la sotabarba aparecía desgarrada dejando ver la madera... como la talla de la Virgen con el Niño está constituida por una sola pieza de madera sin ensambles. Dejan también ver las radiografías la existencia de piezas metálicas en su interior. También se corroboran los datos antes citados del despostillamiento de distintas partes de los rostros de ambos, con los repintes consiguientes en arcos superciliares, ojos y nariz de Madre..."

En el estudio iconográfico de la escultura, el restaurador detecta "que se trata de un gracioso grupo escultórico de la Virgen con el Niño datable al final del siglo XIII o comienzos del posterior. La Virgen aparece en aptitud levemente mayestática con aire y empaque risueño, tan característico del período gótico. Sostiene al Niño en su brazo izquierdo y Éste, apoyado en la Madre, ensaya una bendición con su mano derecha. Su origen puede ser aragonés y quizás traída de Italia, lo que evidencia una airosa lazada tallada sobre los cabellos cuyos extremos caen hacia atrás..."

"Tradicionalmente se ha tenido en Conil como objeto de una donación de la Casa de Medina Sidonia, Señores de la Villa, cuando ese lugar era frontera del Reino de Castilla. Se quiere también incluir esta imagen entre las denominadas de arzón o batalladora. Todo ello entra dentro de lo legendario...

De todos modos hay testimonios de haber estado ubicada en el siglo XVI o XVII, en el convento de los Mínimos y ser objeto de donación de los duques. En el archivo de la Casa de Medina Sidonia, no se han encontrado datos, pero han mostrado mucho interés por conocer esta restauración" (Santuarios marianos de Andalucía OCC..", nº 12)

Un testimonio devocional del Prelado gaditano Fray Tomás del Valle (1731-1776), nos refiere como celebró la festividad de la Virgen en una de sus estancias en la villa conileña, donando valiosas joyas a la imagen de la Virgen de las Virtudes.

Por la enorme importancia que significa para la debida conservación de una antigua y venerable talla, nada más y nada menos, que del siglo XIII, paso a continuación a detallar la solución que el restaurador le ha dado a la escultura para que con los ropajes tradicionales que la adornan, la talla no sufra nada, en su integración total. Es digno de estudio esta, para mí, perfecta solución que de extenderse, de hecho ya existen varias tallas venerables que disponen de este artilugio, tantas satisfacciones nos daría a los amantes de la iconografía sagrada que a veces tanto sufren superpuestos que la van degradando. 

Copio del informe de restauración de Santa María de las Virtudes de Conil, redactado por su restaurador Alfonso Berraquero, los siguientes datos y cómo se ha construido el soporte que libra a la icona de cualquier aditamento.

"Una vez terminada la restauración, se procedió a colocar la imagen sobre el cono de madera desprovisto de la parte superior ya descrita y sobre la que se encajaba la imagen de la Virgen, quedando ésta a la misma altura que la devoción popular la contempla".

El cono de madera se volvió a recubrir con las piezas de plata que anteriormente tenía, habiéndosele añadido una base superior y como remate una ornamentación rocalla. Los trozos sobrantes que directamente cubrían la imagen y que ahora aparece íntegra, se entregaron a la Hermandad para su enmarcación como reliquia devocional.

Sobre la plataforma en la que descansa el cono, se construyó un mecanismo a modo de arco que rodea la imagen y en el que se insertan, a la altura correspondiente, unos brazos articulados (fijos antes) y ahora ajenos a la talla de la Virgen. Sobre este mismo mecanismo y también en el lugar apropiado, se sitúan los soportes de las coronas y sirve además como apoyo a otro mecanismo que soporta el manto tanto en el camarín como en el paso, de forma que por su tipología se puede fechar hacia 1550 y 1570, en muy buen estado de conservación.

Sobre la cabecita del Niño Jesús, igualmente una coronita de oro con restos de esmaltes, fechable hacia el tercer cuarto del siglo XVI.

En el libro "Santuarios Marianos de Andalucía Occidental", de Ediciones Encuentro, Madrid, 1992, se dice esto sobre la pequeña talla de Santa María de las Virtudes, patrona de Conil de la Frontera:

"La villa de Conil, a 43 kilómetros de la capital, a 31 metros sobre el nivel del mar y 13.000 habitantes, es un privilegiado lugar veraniego con seguro sol permanente y profusión de deportes náuticos.

También tiene su historia: sus restos de calzada romana, sus almadrabas, sus vestigios del Castillo de Guzmán el Bueno, sus templos y numerosas obras de arte, en especial su célebre pila bautismal de barro vidriado, "la Perla Verde", orgullo de todos los conileños.

La Virgen de las Virtudes es una preciosa talla muy antigua y muy pequeña, revestida en su mayor parte por una funda de plata para preservar a la antigua efigie de las erosiones de los tiempos.

Su devoción es tan primitiva como su historia. Hay referencias a esta imagen en documentos de mediados del siglo XVI.

En otros tiempos recibió culto en la Iglesia de la Victoria, que data del siglo XII, siendo en el XV residencia de los religiosos mínimos de San Francisco de Paula. Actualmente es ese templo la parroquia mayor del pueblo recibiendo el título de Santa Catalina. Este templo es el santuario donde se venera la imagen de Santa María de las Virtudes, patrona de la villa.

La festividad de Santa María se celebra el día 8 de septiembre en el que la Iglesia festeja la Natividad de Nuestra Señora".

Nos gustaría que los fieles devotos de la patrona de Conil, respetaran la original iconografía de tan antigua escultura y dejaran que la imagen se mostrara tanto en el templo como en el paso procesional, sin aditamentos. Que la venerabilidad de su talla mostrara a todos esos siglos que lleva encima. Así, libre de mantos y otros adornos, la Virgen de las Virtudes en su talla sería un ejemplo que mostraría a todos que devoción y arte pueden ir juntos con toda la dignidad del mundo y Conil mostraría, igualmente, al mundo del arte como ha podido ser posible la veneración de su patrona tal y como fue concebida por algún anónimo artista de hace ocho siglos o más.

Demos al mundo un ejemplo de coherencia devocional del que estamos tan faltos por esa manía de tapar con ropajes auténticas maravillas del medievo que no siempre están más hermosas camufladas.

Para acabar este reportaje no tengo más remedio que agradecer al imaginero y restaurador isleño Alfonso Berraquero, las grandes facilidades que nos ha otorgado para hacer posible este trabajo. Igualmente a nuestro amigo y colaborador José Luís Ruíz Nieto-Guerrero, que fue la persona que puesta al habla con el artista hizo posible que tuviéramos en nuestro poder el expediente de la restauración de la Virgen de las Virtudes, patrona de Conil de la Frontera.

A los dos nuestras más expresivas gracias por su desinteresada, cosa en estos tiempos tan difícil, colaboración y entrega, y a la dirección de la revista "La Laja", mi más profundo agradecimiento.

Ángel Mozo Polo, Académico correspondiente de la Real de Bellas Artes de Santa Isabel de Hungría de Sevilla.

Fuente: www.lalaja.org